viernes, 31 de enero de 2014

Pablo Iglesias y los lumpen

Ha surgido un pequeño escándalo en Twitter a partir de la publicación de un vídeo de Pablo Iglesias criticando al lumpenproletariado, clasificándolos de gentuza y clase mucho más baja que la nuestra. Inmediatamente Twitter se ha inundado de seguidores de Pablo Iglesias alegando una descontextualización de su discurso, marxistas ortodoxos criticando a este por insultar al lumpen (lo cual no deja de ser una contradicción, pues Marx y Engels cargaban frecuentemente contra el lumpen) y gente que, por manía o rivalidad ideológica (generalmente liberales hartos de este santo laico de la izquierda y sus fans) criticando a Pablo por la desafortunada frase.




Antes de nada; ¿qué es el lumpen? La RAE defiende la siguiente definición: “casta social más baja y sin conciencia de clase”. Marx carga contra ellos en el 18 de Brumario, al igual que Engels en La guerra campesina en Alemania.
Aquí la cita de Engels         
El lumpemproletariado, esa escoria integrada por los elementos desmoralizados de todas las capas sociales y concentrada principalmente en las grandes ciudades, es el peor de los aliados posibles. Ese desecho es absolutamente venal y de lo más molesto. Cuando los obreros franceses escribían en los muros de las casas durante cada una de las revoluciones: «Mort aux voleurs!» ¡Muerte a los ladrones!, y en efecto fusilaban a más de uno, no lo hacían en un arrebato de entusiasmo por la propiedad, sino plenamente conscientes de que ante todo era preciso desembarazarse de esta banda. Todo líder obrero que utiliza a elementos del lumpemproletariado para su guardia personal y que se apoya en ellos, demuestra con este solo hecho que es un traidor al movimiento.
Y aquí la de Marx

Bajo el pretexto de crear una sociedad de beneficencia, se organizó al lumpemproletariado de París en secciones secretas, cada una de ellas dirigida por agentes bonapartistas y un general bonapartista a la cabeza de todas. Junto a roués arruinados, con equívocos medios de vida y de equívoca procedencia, junto a vástagos degenerados y aventureros de la burguesía, vagabundos, licenciados de tropa, licenciados de presidio, huidos de galeras, timadores, saltimbanquis, lazzaroni, carteristas y rateros, jugadores, alcahuetes, dueños de burdeles, mozos de cuerda, escritorzuelos, organilleros, traperos, afiladores, caldereros, mendigos, en una palabra, toda es masa informe, difusa y errante que los franceses llaman la bohème: con estos elementos, tan afines a él, formó Bonaparte la solera de la Sociedad del 10 de diciembre, «Sociedad de beneficencia» en cuanto que todos sus componentes sentían, al igual que Bonaparte, la necesidad de beneficiarse a costa de la nación trabajadora.


Básicamente, la lumpen es aquella clase que no sigue el programa marxista, y no hace la revolución o incluso se opone a ella. Aunque los defensores de Pablo Iglesias se refieren a ella solo como ladrones y drogadictos, está claro que para Marx y Engels era mucho más: era un elemento tan nocivo para la revolución como la propia aristocracia o burguesía.
No obstante el debate no se genera por usar el término lumpen; precisamente, hay una parte del electorado que izquierdas que pide volver a usar la terminología marxista en proyectos políticos, la cual quedó marginada tras la caída del bloque soviético a finales de los ochenta. El problema está en usar el término gentuza y clase social mucho más baja que la nuestra de forma despectiva para referirse a una clase que, sin duda, es un alto porcentaje de las capas populares españolas, si entendemos el lumpen como clase obrera desideologizada y más preocupada por el fútbol y la telebasura que por las condiciones objetivas de la revolución o las tesis de Mao.
Pablo ha caído –desde mi punto de vista nada marxista- en tratar el problema de las clases sociales como una pirámide. No. El lumpen, esa gentuza, por usar las palabras de Pablo, con pocos estudios y curros de mierda (o en paro) más preocupados por el fútbol que por bailar al son del verdadero comunismo (tenga este las siglas que sean ahora) es gentuza debido a que no han tenido –o incluso algunos no hayan querido- opciones en un sistema educativo con un alto índice de fracaso escolar y un movimiento de izquierdas que hace mucho que perdió el norte por el que, sin duda, no se ven representados esta gentuza.
Pablo probablemente quiso hacer un guiño a sus seguidores más ortodoxos, aprovechando que estaba en una librería presentando un libro, un lugar poco apropiado para lumpens, para demostrar que él es un gran teórico del marxismo, cosa normal si observamos la envidiable carrera académica que tiene. Alberto Garzón es otro neomarxista que suele disculparse por no usar la liturgia marxista y la terminología para llegar a mucha gente, aunque esto suponga la crítica de los ortodoxos.
No obstante, olvida cuestiones también planteadas por marxistas como la escuela de la Criminología crítica, que considera que el sistema penal solo sirve para perpetuar las desigualdades sociales y de clase (para entender esta teoría que partir de que vivimos en un sistema positivista donde la ley marca, por un mero criterio de legitimidad, esto es, estar de acuerdo con la Norma Suprema, qué es legal y que no). 
Mantener el equilibrio entre academicismo y populismo es siempre complicado, y más en la izquierda, con una sorprendente habilidad para escindirse, acosada además por el auge de movimientos fascistas en Europa, que se están llevando el voto obrero ante la zozobra de la socialdemocracia. No obstante, es un debate interesante en la política nacional, siempre yerma de debates intelectuales donde todo consiste en partitocracias y crisis internas más o menos amarillistas. Bienvenido sea.
Más preocupante es la reacción de la candidatura popular Podemos. El diario El Diario.es (siento la redundancia) se hizo eco de la polémica, y parecer alguien llamó desde Podemos enfadados por la publicación. En un momento donde mucha gente lamenta por la salida de Pedro J Ramírez de la dirección de El Mundo debido a las presiones del gobierno, esta no es la mejor carta de presentación para un partido regenerador.

En este diario, por desgracia, son comunes los comentarios despectivos de los lectores por sacar a la luz problemas de IU, Podemos y otros movimientos sociales, llamando a una especie de corporativismo ideológico.
Sea como sea, esto no es más que otro episodio de una política española que no levanta cabeza, ante unas elecciones de perfil muy bajo, a pesar de que por primera el Parlamento de la UE elige al Consejo europeo. Triste, triste.

ACTUALIZACIÓN 2/02/2014
Pablo Iglesias ha pedido disculpas por estas declaraciones en Público. Comienza con una falacia ad hominen como un camión al echarle la culpa a una especie de "nazis aristócratas" de revivir el vídeo, de noviembre de 2013, cuando quienes levantaron la liebre fueron los de la @SectaNihilista . Después, narra una batallita revolucionaria de los días del Movimiento de resistencia global y logra encaminar, inculpándose y pidiendo perdón, por el desafortunado uso de las palabras y recordando lo que él quiere a los lumpen en los países del Tercer Mundo para hacer una Revolución que nos libre de las miserias de la explotación del hombre por el hombre.
Todo, eso sí, con un aire más de abuelo batallitas y de crítico de salón, con sus referencias a Buñuel y a Eloy de la Iglesia. Todo en un ambiente donde vuelven a resurgir las rencillas de la izquierda más ortodoxa (ayer leí en Twitter unas acusaciones de trotskismo). Saquen sus piolets y olviden Europa, caballeros.

domingo, 12 de enero de 2014

La no revolución del 15-M

El 15-M
Probablemente todos los lectores de este artículo haya vivido el 15-M, aunque fuese a un paso apresurado por la plaza donde los indignados se reunían en sus asambleas en aquel mayo del 2011.
El 15-M fue una eclosión de descontento en los últimos compases del gobierno de Zapatero y ante la cercanía de las elecciones municipales y autonómicas donde arrasó el Partido Popular. Sus gritos contra la casta, contra ser mercancía en manos de políticos y banqueros, el paro elevado y la desolación ante una crisis que ya en aquel entonces se nos hacía larga.
El peso del 15-M fue, en aquel momento, insuficiente para llevar a cabo sus objetivos políticos. No se cambió la ley electoral, no se nacionalizó la banca y no se subieron los impuestos a las clases altas. Ni siquiera se logró parar el bipartidismo, a pesar de, en las generales de 2011, la subida de grupos como IU o UPyD y la entrada de alternativas puramente indignadas como Equo al grupo mixto. Ese 15-M que pretendía aglutinar a todo el mundo quedó en un grito de desesperación, aplaudido, comentado y mediatizado, pero fútil.
Las comparaciones son odiosas
Las comparaciones son odiosas, desde luego, y eso le pasó al 15-M. Ya desde el primer momento se le trató de comparar con el Mayo del 68 francés, y más tarde con las revueltas árabes, demostrando que estas comparaciones eran fruto de periodistas ávidos de morbo, sin presentar apenas paralelismos con estos acontecimientos.
Para empezar, no consideraría, como si lo fue el Mayo francés o las revueltas árabes, un movimiento revolucionario. Las revoluciones pretenden cambiar los cimientos del Estado y de la sociedad, crear un sistema nuevo al anterior. Si olvidamos la retórica cuidada y los lemas de librepensadores, el programa del 15-M era el de una socialdemocracia clásica con algunas pinceladas de liberalismo: Sanidad y Educación públicas y asequibles a la mayoría de la población, banca y sectores estratégicos nacionalizados y aumento de impuestos a las clases altas para fomentar la redistribución.
En política, aparte de pedir la honestidad política, algo lógico no solo para el 15-M sino para todos los votantes e ideologías, la apertura de listas y mayor democracia interna en los partidos. Esta última reivindicación era una mera reivindicación de cumplir la propia Ley de Partidos. No es la construcción de una utopía ni el derrocamiento de un sistema dictatorial.
Las medidas socialdemócratas se acentuaron con la llegada del PP al Gobierno, un partido de corte liberal y de la casta, hasta el punto de olvidarse de sus pretensiones netamente políticas como las que explico en el párrafo anterior. La calma del electorado de derechas con la subida del PP al poder hizo que el 15-M se nutriese de muchos más componentes de la izquierda.
Los hijos del 15-M
El 15-M dio unos cuantos hijos, y sobre todo, una nueva forma de manifestarse. La PAH, las mareas (la verde, la blanca, la roja, etc), los yayoflautas… todos esos son sucesores del 15-M, tanto por la forma de manifestarse como por sus reivindicaciones.
Los indignados también han logrado cosas, como la apertura de Fiare, una cooperativa de crédito que pretende ser alternativa a la banca tradicional. 

La forma de manifestarse, alejada de las marchas y las concentraciones clásicas y acercándose al problema (sedes de Bankia, sedes de partidos políticos, paralizando desahucios etc) han logrado una gran visibilidad social que incluso la ultraderecha copia. La seriografía, eslóganes y espíritu de cabreo sigue presente. Un pequeño éxito que, sin embargo, no logra que, según El Diario.es  y El País el PP y el PSOE repunten en las encuestas.

sábado, 4 de enero de 2014

Un fantasma recorre Europa

Este año 2014 es importante para Europa: elecciones europeas en una importante crisis económica, social y política. Elecciones, además, que engendrarán un Parlamento con poderes reforzados, comenzando a subsanar el déficit democrático por el que tanto era criticado Europa.
No obstante, lo que podrían ser otras elecciones de perfil bajo, pueden ser muy interesantes. En España quizás no notemos nada fuera de lo común esta cita electoral (políticos veteranos a Europa, auge de IU y UPyD y la repetición de algún programa de Évole sobre la Unión Europea) pero en países como Francia, Grecia, Eslovenia, Hungría o Gran Bretaña si pueden ser interesantes debido al auge de la ultraderecha, es decir, fascismos, ultranacionalismos y nacionalsocialismos. Por supuesto evitan estas palabras, prefiriendo llamarse tercerposicionistas o patriotas sociales. Hagamos un breve repaso a estos grupúsculos:
Demagogia y negación.
Probablemente, estas sean sus dos armas más potentes: la demagogia, basada en un “Ni de izquierdas ni de derechas” y continuos llamados al sentido común y la negación de su condición de fascistas, para no espantar al votante.
La primera es con la forma con la que más votos han conseguido: mensajes sencillos, cuyo objetivo es evitar el razonamiento. “6.000.000 de parados, 5.700.000 inmigrantes”. Terrible y directo. En cuento se te activa la primera neurona piensas, en efecto, los inmigrantes están copando las plazas de trabajo para los españoles. En cuanto se te activa la segunda neurona piensas si de verdad esos parados estarían dispuestos a trabajar en esos empleos. Sería bastante absurdo pensar que una limpiadora ecuatoriana está quitándole su puesto de trabajo a una recién licenciada en arquitectura. Y en cuanto la tercera bombilla se digna a iluminar nuestra sesera y a alumbrar nuestra maltrecha moral, podríamos entrar en cuestiones éticas. ¿Es lícito quitarle su comercio a un inmigrante chino tras años de trabajo (certifico que en mi barrio hay comercios chinos con más de una década) para dárselo a un español étnico que ha quedado en paro tras la caída del ladrillo? Eso, como todo en el plano moral, es cuestión de cada uno, aunque en el caso del que escribe el artículo el dilema ya está resuelto: no es ético.
También me planteo, ante unos partidos que se declaran abiertamente socialistas y anticapitalistas (aunque por motivos muy diferentes a los del socialismo marxista) si habrán terminado de entender la estructura del capitalismo: el que elige si contratar o no es un empresario, no el trabajador. No entiendo por qué cargar contra el inmigrante, cuando podrían llevar su mensaje contra el empresario que los contrata.
Otra forma de discriminar y propagar la xenofobia, cuando no el racismo, es solicitar ayudas exclusivamente para españoles. Cosa que en principio podría parecer sensato. No obstante, la patria para ellos consiste en una comunidad racial, de la cual emanan costumbres y tradición. Un ecuatoriano nacionalizado seguiría quedando fuera de dichas ayudas sociales.
Pedir ayudas solo para esos nacionales raciales, choca, no obstante, con la fuerte meritocracia de la que pretenden hacer gala: el sindicato de estudiantes Respuesta Estudiantil defiende esta política de fomentar lo autóctono. Podríamos, entonces, encontrarnos con la paradoja de que un español de pura cepa adquiera una beca con notas más bajas a las de un ecuatoriano.
Son también normales las acusaciones de que la inmigración fomenta la delincuencia, a pesar de que, frente a los 6.000.000 de inmigrantes solo haya unos 22.000 en la cárcel. Entre 2010 y 2013, la población reclusa extranjera sufrió un descenso de un 16´5 %.
Aun así, muchos partidos afirman no estar en contra del inmigrante al cual dicen respetar, sino del fenómeno de la inmigración impuesto por el capitalismo sionista. Eliminas cualquier posibilidad de integración social, lo criminalizas y lo tildas de parásito. Curiosa forma de respeto.
La negación, y la ocultación, es la segunda forma de actuar de estos grupos. Patriotas sociales, socialistas nacionales, Democracia nacional, Alternativa española, España 2000,  Movimiento Social Republicano, Repuesta Estudiantil. Nombres neutros e irreprochables sin una reflexión previa. Si los comparamos con sus homólogos de la extrema izquierda, siempre dejando bien claro que son comunistas, trotkistas, anarquistas, etc parece ser que el maquillaje aquí funciona mejor. Pero por sus actos los conocerás.
Homenajes a Ramiro Ledesma, negación del Holocausto, lavados de cara de los regímenes nazi y fascista (con la estrategia de descontextualizar frases de Hitler, Mussolini o Ramiro Ledesma en cartelitos muy emotivos), relaciones con Amanecer Dorado y apoyo al baazismo (y a la dictadura de Al Asad. Esto último, especialidad del MSR). También en frecuente la multimilitancia, para simular que son más abundantes de lo que en realidad son. Generalmente, si observamos a los seguidores de estos partidos en Twitter, se aprecia la cantidad de AE, 88 y cruces célticas y otros símbolos ultraderechistas que portan en su avatar.
Copiarle el mensaje a la izquierda y ser sociales.
Copiarle el mensaje y los modos a las izquierdas va implícito a negar que son fascistas. En cierta cuenta de a popular red Ask.fm una persona que se reconoce como nacionalsocialista defiende “no queda más remedio q hacer un lavado de imagen, poner énfasis en lo social, moverse (…) Es puro marketing, pero o seguimos esas estrategias o estamos condenados a no conseguir absolutamente nada”.
Así que para parte de la ultraderecha se acabó alzar la mano y gritar consignas. Comienzan a asistir a manifestaciones por la sanidad o la educación pública; abandonan el autoritarismo y el tono de arenga y usan otro más desenfadado y potencian el mensaje social y ecológico (que lo tenía) del fascismo y el nazismo, junto con gran demagogia contra la casta política y bancaria. Como si fuese un grupúsculo del 15-M pero con rojigualdas.
Además, comparten con la izquierda puntos como la nacionalización de sectores estratégicos o su anti-europeísmo (el de la UE, defendiendo lo que ellos llaman Europa de las naciones)
También comienzan una tímida labor social, solo para españoles arios, por supuesto. Dar alimentos solo para españoles, perseguir pederastas con el infame proyecto pilla-pilla… algo muy común a lo que ocurre en Europa, donde Amenecer Dorado da comida y sangre solo para auténticos griegos, o las patrullas anti-gitanas en algunos países de Centroeuropa.
Esta labor es la más difícil de deslegitimar. No obstante, creo que una cosa es la política y otra una ONG. Cruzar esta línea significa caer en el caciquismo, pues coacciona el voto creando una red clientelar de dependientes, aunque más cutre que las redes clientes subvencionadas que hay en España.
El victimismo es el cuarto pilar favorito de estos grupos. Más que un pilar, refuerza los otros mensajes: la izquierda nos echa de las manifestaciones porque son unos intolerantes, la izquierda nos critica por ayudar a nuestro pueblo, la policía nos detiene por llevar banderas de nuestro país… es un gimoteo constante. Tampoco ayuda que colectivos de izquierda usen la violencia contra ellos: eso incluso les da visos de legitimidad. El siguiente nivel del victimismo es situar a la Patria como objetivo de todos los males que la asolan, siempre por agentes extranjeros: judíos sionistas, capitalistas judíos, inmigrantes, marxistas judíos, inmigrantes judíos, Israel, los EEUU sionistas, la UE sionista, el Islam…
Una aproximación teórica.
Los nuevos fascistas no se nutren solo de odio y masas desesperanzadas, sino que también sacan pecho ante un escuálido cuerpo teórico. No son los capitalistas con Adam Smith, Ricardo, Keynes, Hayek, Friedman ni los marxistas o anarquistas con el propio Marx, Engels, Bakunin, Kropotkin, Sartre o Rosa Luxemburgo, pero tienen gente de la que extraer sus teorías: el propio Hitler con su Mein Kampf, Ramiro Ledesma (fundador de las JONS), José Antonio Primo de Rivera (fundador de la Falange) Julius Évola (quería volver a la sociedad de castas del Antiguo Régimen) Mussolini, Ramón Bau etc.
Generalmente, son chovinistas, totalitarios y racistas. La democracia liberal solo ha traído caos a Europa, pues la patria no es cuestión de mayorías, así que la democracia se hace en comunicación del líder con la masa (Acclamatio de Schmitt), proteccionistas en lo económico, rozando la autarquía (una patria ariscamente independiente, como diría Ramiro Ledesma en Discurso a las juventudes de España) e interclasistas (Estado corporativo), metafísicos y antimaterialistas. Todo aliñado con dosis de antisemitismo que llegan a la paranoia (véase el Plan Kalergi)
En la década de 1930 sería injusto meter en el mismo saco a fascistas, nacionalsocialistas y nacionalsindicalistas. Así, el fascismo italiano jamás tuvo la concepción racial de los nazis, desarrollándose solo en los años finales, poco antes de la guerra, y es muy difícil encajar a Évola, cuyo discurso radicalmente tradicionalista tenía poco futuro en ideologías que pretendían disputarse a las masas obreras de los años 30. Hoy día las líneas entre estas ideologías también se difuminan. Quizás también la ultraderecha sufra el postmodernismo.
Situación actual.
El Frente Nacional de Marine Le Pen (chovinista y anti-inmigrantes, que trata de presentarse como una opción moderada), el Partido por la Libertad de Wilders (anti-Islam y pro Israel) y Amanecer Dorado son los principales partidos ultras a los que se enfrenta Europa o estos momentos, sin subestimar a UKIP o a Jobbik.
La limpieza de cara les ha salido bien: Amanecer Dorado y el Frente Nacional son la tercera fuerza política en sus países, mientras que Jobbik y el Partido por la Libertad de Wilders cuentan con representación en sus parlamentos (y Jobbik en el Europarlamento). Esto ha llevado a los partidos tradicionales a adoptar su discurso, aunque de forma más moderada: Cameron comienza a perseguir inmigrantes en Reino Unido y Hollande expulsa gitanos. Se está poniendo en peligro el proyecto de integración europeo: Reino Unido y Alemania buscan poner freno a la llegada de trabajadores rumanos y búlgaros ahora que ya se encuentran en el espacio Schengen.
En Grecia la violencia aumenta a pasos agigantados. Al asesinato de un rapero de izquierdas le siguió la muerte a tiros de dos militantes de Amanecer Dorado, así como el asalto a periódicos afines al grupo neonazi y la violencia contra los inmigrantes de estos. La fiscalía ha detenido a la cúpula del partido, aunque esto no parece sembrar la desconfianza de sus votantes. Las elecciones a la alcaldía de Atenas son un importante reto para la democracia griega y para los propios ultraderechistas.
A largo plazo, no creo que estos grupos tenga un futuro garantizado, y menos en la Unión Europea. A pesar de tener europarlamentarios, estos no van a obtener una mayoría importante estas elecciones, y en las elecciones de 2019 la crisis debería haber pasado.
Son grupos muy dispares (desde el cuasinazismo de Amanecer Dorado a las políticas pro israelíes de Wilders) cuyo voto se basa en la desesperación de las clases humildes que ven peligrar los servicios sociales y ven en el mensaje anti-inmigración y antipolítico una forma fácil de salir de la crisis.
En España la posibilidad es muy remota. Aparte de algún pequeño pueblo y concejalías, la ultraderecha carece de poder. Eso no significa que deba subestimársela: ante el auge nacionalista en Europa, se están moviendo más. No obstante, son grupos muy dispersos y con poca capacidad de concentración. Para reunir a 150 personas en Sevilla (300 según la organización) Respuesta Estudiantil tuvo que hacer un llamamiento al resto de delegaciones nacionales. Además, aún existe un sector franquista y casposo (como La España en Marcha) los cuales no dudan en mostrar banderas franquistas, esvásticas e ir con estética skin.
Si creo que en España deben romperse los tópicos sobre los fascistas: a diferencia de lo que aparece en Diario de un skin o lo que puede verse en los estadios, los fascistas pueden ir bien vestidos, no ir rapados y abstenerse de usar símbolos como la esvástica o el Águila de San Juan. Son señoras y señores bien arreglados que tratarán de parecer moderados y lógicos ante los trabajadores abandonados por los partidos tradicionales, demasiado ocupados por el BCE y sus corruptelas internas. Estos son, probablemente, el mayor reto ante el que nos enfrentamos.







viernes, 3 de enero de 2014

Frankenstein y lo que debió haber muerto

El ser humano es, sin duda, el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Dos, tres, y las que sean necesarias. La falta de auto-criterio y la imposibilidad de aprender del pasado son probablemente dos de los factores que impiden a la sociedad evolucionar. Una venda que todos los seres humanos se han puesto alguna vez. El problema está en aquellos que son incapaces de quitársela, en la incapacidad para comprender que hay ideas que deben morir. Ideas que en su día nacieron para enseñarnos que a pesar de los avances de una sociedad, los seres humanos son fácilmente corrompibles y que capaces de atacar, reprimir y destruir a sus semejantes.
Hoy en día, aquellos que en su día no leyeron el libro correcto, han visto en esta crisis la oportunidad perfecta para extender el virus. Esta crisis, que como algunas voces proclaman, no es sólo económica, sino también de cultura, de valores y de razón. Los tres son eslabones necesarios para la libertad y la convivencia. Si uno de ellos falta, la sociedad queda desprotegida. Aquellos que a falta de tiempo libre para leer, se dedican a fomentar el odio, la intolerancia y el actuar contra el sistema represor. Aquellos que se ocultan tras una bandera para excluir a una parte de los miembros de su misma especie, por diversos motivos que sólo la incultura puede crear. 
Es fácilmente palpable que nos encontramos en el auge de la ultra-derecha en Europa. La agrupación política Amanecer Dorado, con gran respaldo popular, se ha introducido en el parlamento griego con la ayuda del nacionalismo más rancio que puede existir. Aquel que se creyó muerto en un búnker de Berlín hace más de sesenta años. Los síntomas son los mismos en otros países como Suiza, Noruega, Finlandia y Francia. Por suerte en España no existe un partido de ultra-derecha lo suficientemente fuerte como para entrar en el parlamento. Y no, el Partido Popular no vale. Aquellos que hablan del fascismo de este partido no se han parado a observar el crecimiento de agrupaciones juveniles y universitarias, algunas abiertamente neo-nazis, y otras que se ocultan tras máscaras de lucha social y progreso. Todas ellas creadas con el fin de atraer a jóvenes propensos, futuros seguidores de dichas ideologías. Sí, también existen totalitarismos de izquierdas, pero es en las crisis cuando la ultra-derechas tiene más posibilidades de afianzarse en la sociedad. 
La creencia de que el nacionalismo, la patria, la exclusión de inmigrantes, y el odio a todo aquello que supuestamente no forma parte de su país. Al escribir esto me resulta inverosímil que existan ciudadanos del siglo XXI capaces de pensar de esta forma. Estas ideas, que vienen a nosotros resucitadas por el peor de los Frankenstein. Por suerte existe esa máquina del tiempo que nos transporta a épocas pasadas y que nos permite saber la realidad de la historia, y conocer los errores que jamás debemos repetir.