Todos conocemos el diagrama de Nolan, esa cruz donde se
puede encuadrar cualquier posición ideológica. Para los que no lo conozcan,
consiste en una cruz, donde horizontalmente se plantean los postulados
conservadores progresistas (matrimonio homosexual, cambios de sexo, modelo de
familia) y verticalmente el grado de intervención del Estado en la vida
privada.
Sin embargo, la realpolitik
es mucho más desagradable que los modelos políticos teóricos. Generalmente,
una serie de partidos y medios de comunicación marcan la agenda pública, y
además, esa serie de partidos crean una falacia bidimensional donde solo hay
dos puntos: izquierda, derecha, arriba, abajo, casta, ciudadanos, austeridad,
políticas expansivas… Después, solo has de defender tu posición como “la
virtud” y la posición contraria como un monumental error, un mal alevoso que va
a corroer la vida pública.
Esta estrategia roza dos falacias lógicas: la dilemática
(donde se pone al adversario entre la espada y la pared, hablando claro) y la
falacia del hombre de paja, esto es, construir el discurso del contrario de
forma beneficiosa al nuestro.
Sin embargo, se hace muy a menudo: durante la campaña del
2011, el Partido Popular marcó la agenda política, vinculándose a si mismos la “virtud”
de acabar con el paro e iniciar un programa de austeridad y achacando al PSOE
la destrucción de empleo y el despilfarro.
Que la destrucción de empleo viniese marcada por otros
factores (la nefasta gestión del gobierno socialista sigue ahí, no los exculpo)
o que el PSOE comenzase con la austeridad congelando pensiones y sueldos
públicos no importa: el PP les construyó el discurso, aprovechado la
incompetencia de un PSOE confuso, rendido, desideologizado y que comenzaba una
travesía por el desierto que aún no ha terminado.
Ahora es Podemos y una corriente política que podríamos
llamar “izquierda cívica”, esa izquierda descafeinada demasiado rompedora para
los socialdemócratas de toda la vida pero demasiado light para los partidos herederos de los partidos comunistas
históricos, quienes marcan la agenda en España y Grecia.
Podemos les está construyendo el discurso al PP con una
facilidad pasmosa: son el Partido de la corrupción, el partido anclado, rendido
y encadenado ante Bárcenas, un partido sin programa ni ideología servil solo
con la Troika y la UE
Ellos mismos se presentan como el cambio, con un aura de
pureza cívica intachable, como una clase media depauperada que va a devolverles el país a los suyos. Plantean
entonces el discurso en dos extremos: casta y la anticasta, ellos contra una minoría privilegiada, y dan por
obsoleto en planteamiento izquierdas/derechas, en la línea del 15-M.
Por tanto, este año electoral discurrirá en estos términos:
los partidos tratarán de alejarse de la casta
y se procurará dar una imagen de renovación y frescor, frente al continuismo
que a lo mejor se hubiese querido dar en ejercicios anteriores. El campo se ha
definido, ahora hay que ver como se juega el partido.
Esto explica por qué IU se queda petrificado: IU estuvo
basando su discurso en ser la verdadera
izquierda. No es que esté perdiendo el partido: es que directamente no lo
está jugando.
Esta definición probablemente también marca las alianzas
políticas y las reacciones futuras. Cuando Syriza, el aliado de Podemos en
Europa, se alía con Griegos Independientes, nacionalistas y conservadores,
rompe el esquema clásico de izquierdas y derechas, pero responde al discurso
que construyó durante la campaña griega: Troika o anti-Troika.
Ahora pueden ocurrir dos cosas: que la derecha griega
construya un discurso estabilidad vs utopía (y lo apliquen cuando las cosas
vayan mal por Grecia), o que se acentúe el discurso anti-UE, siendo el
siguiente el neonazi Amanecer Dorado o el KKE.
La primera opción sería, en la práctica, volver al esquema
clásico de izquierdas y derechas y la segunda opción sería profundizar en la
retórica nacionalista y anticapitalista, con resultados mucho más profundos (y
probablemente efectos no deseados) para Grecia.