España es un país lleno de
injusticias materiales. Anquilosada en las viejas fórmulas jurídicas, los malos
gestores de los bancos huyen, es desahuciada gente de su casa por cláusulas
abusivas y se ha disparado el paro. Pero hay una injusticia que duele, que
llega al alma, que hace alzar en gesto de impotencia los puños al cielo: que un
personaje de la altura de Rubalcaba no
sea Presidente de España.
Ante los desmanes de Rajoy y su
malvado equipo de gobierno, Rubalcaba levanta la voz para arrullar a los pobres
y los desposeídos fruto de esta terrible crisis financiera exportada desde los
Estados Unidos del genocida Bush Jr. Lo tenemos, omnipresente, parando
desahucios, alimentando inmigrantes ilegales o encadenándose en la puerta de
hospitales públicos para evitar su privatización.
El PSOE, otro sufridor de la
injusticia, jamás ha podido gobernar España. Sin embargo, desde tan magna
fundación, se reparten becas para favorecer el estudio, se lanzan seguros
sociales contra el despido y se convierte en el principal impulsor de ideas
novedosas y altermundistas contra la crisis. ¡Como estaría hoy mi querida
Andalucía si el PSOE la hubiese gobernado durante 30 años! A su prosperidad y
belleza natural se le sumaría la revolución ciudadana que impulsaría el PSOE,
un verdadero crisol humanista en la cada vez más descompuesta Unión Europea.
Como la Florencia renacentista que se revelaba bastión de la razón en la
barbarie altomedieval. Esa sería, de haber sido gobernada por el PSOE, mi
Andalucía natal.
Y es descorazonador ver a
Rubalcaba, con su juventud, su mirada lúcida e inteligente, sus ensayos
políticos, su retórica vibrante, su afilada inteligencia, sentado en un escaño
de la oposición. Un diamante en bruto de la izquierda que jamás ha estado en un
gobierno, que jamás ha tenido la oportunidad de aportar ideas para dirigir una
nación.
Pero tranquilo Rubalcaba, ya
tienes un sillón en la Historia. Tus tuits, tus artículos de Facebook, serán
cuidadosamente recopilados y analizados por las futuras generaciones de
políticos. Tus discursos transcenderán en la Historia como los de Cicerón,
siendo Rajoy el nuevo Catilina. Quizás algún día tengas la oportunidad de
gobernar, oh Rubalcaba.
Mientras tanto, mi corazón
siempre irá contigo, Rubalcaba, caminando a la par de ese nuevo mundo que ideas
y proyectas y que esperas, ante la falta de oportunidades, ejecutar.
¡Siempre con
usted, Rubalcaba!
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