martes, 2 de abril de 2013

A Rubalcaba


España es un país lleno de injusticias materiales. Anquilosada en las viejas fórmulas jurídicas, los malos gestores de los bancos huyen, es desahuciada gente de su casa por cláusulas abusivas y se ha disparado el paro. Pero hay una injusticia que duele, que llega al alma, que hace alzar en gesto de impotencia los puños al cielo: que un personaje de la altura de Rubalcaba  no sea Presidente de España.
Ante los desmanes de Rajoy y su malvado equipo de gobierno, Rubalcaba levanta la voz para arrullar a los pobres y los desposeídos fruto de esta terrible crisis financiera exportada desde los Estados Unidos del genocida Bush Jr. Lo tenemos, omnipresente, parando desahucios, alimentando inmigrantes ilegales o encadenándose en la puerta de hospitales públicos para evitar su privatización.
El PSOE, otro sufridor de la injusticia, jamás ha podido gobernar España. Sin embargo, desde tan magna fundación, se reparten becas para favorecer el estudio, se lanzan seguros sociales contra el despido y se convierte en el principal impulsor de ideas novedosas y altermundistas contra la crisis. ¡Como estaría hoy mi querida Andalucía si el PSOE la hubiese gobernado durante 30 años! A su prosperidad y belleza natural se le sumaría la revolución ciudadana que impulsaría el PSOE, un verdadero crisol humanista en la cada vez más descompuesta Unión Europea. Como la Florencia renacentista que se revelaba bastión de la razón en la barbarie altomedieval. Esa sería, de haber sido gobernada por el PSOE, mi Andalucía natal.
Y es descorazonador ver a Rubalcaba, con su juventud, su mirada lúcida e inteligente, sus ensayos políticos, su retórica vibrante, su afilada inteligencia, sentado en un escaño de la oposición. Un diamante en bruto de la izquierda que jamás ha estado en un gobierno, que jamás ha tenido la oportunidad de aportar ideas para dirigir una nación.
Pero tranquilo Rubalcaba, ya tienes un sillón en la Historia. Tus tuits, tus artículos de Facebook, serán cuidadosamente recopilados y analizados por las futuras generaciones de políticos. Tus discursos transcenderán en la Historia como los de Cicerón, siendo Rajoy el nuevo Catilina. Quizás algún día tengas la oportunidad de gobernar, oh Rubalcaba.
Mientras tanto, mi corazón siempre irá contigo, Rubalcaba, caminando a la par de ese nuevo mundo que ideas y proyectas y que esperas, ante la falta de oportunidades, ejecutar.
¡Siempre con usted, Rubalcaba!                                              

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