De aquí a un tiempo no hacemos más que escuchar las palabras
“competitividad” y “productividad” en boca de todo el mundo. Se repiten como un
mantra y se espera que calen en lo que se supone, es la vaga y poco
emprendedora sociedad española.
Indudablemente, las empresas españolas no han demostrado
demasiada imaginación ni se han abierto demasiado a nuevos mercados. Ninguna
empresa española participa realmente del “boom” de la tecnología inalámbrica
que ahora está saturado el mercado de smartphones y tablets, tampoco de los
coches híbridos ni de cualquier negocio a primera vista atrayente. Nuestra
economía tenía mucha base en el llamado ladrillo y el turismo, aparte de la
vanidad –ya casi una parodia- de esas empresas españolas que se dedican a venderle
jamón a los chinos y a los estadounidenses.
Ahora que los liberales mandan y no tienen reparos en decir
que las empresas son importantes para España y que montar una empresa no es en
absoluto ser un capitalista de cuento de Dickens, se están poniendo en marcha programas
para ayudar emprendedores –la reforma laboral, aparte de abaratar el despido,
incluía deducciones fiscales por contratar empleados de menos de 30 años y
capitalizar el 100% del paro para montar una nueva empresa-. Esto, en
principio, suena bien con vistas a flexibilizar el mercado e trabajo, crear
empresas competitivas, atraer inversión extranjera, etc.
Pero el problema estaba ahí, esa sociedad tan poco instruida
en las bondades del capitalismo y que ve emprender como último recurso –cosa cierta,
por otra parte- y que prefiere trabajar para una empresa o para la
Administración Pública.
Para esto, el ministro Wert ha decidido ponerse manos a la
obra e iniciar el anteproyecto de la reforma educativa. No le bastaba con
potenciar la formación profesional –cosa que a mi parecer es correcto- sino que
desea cargarse, si, esa es la palabra, los bachilleratos de Artes Escénicas y
Humanidades. En el caso del primero
desaparece literalmente como Bachillerato, y los alumnos de Conservatorio
tendrán que elegir entre su carrera musical o cursar uno de los bachilleratos
restantes. El desmantelamiento del bachillerato de Humanidades es más sibilino,
pero igual de efectivo. Reduce el griego clásico a una asignatura optativa –presumiblemente
reducida a un solo año- convierte el Latín en optativa en 4º de la ESO y la
Cultura Clásica desaparece. Esto limita las opciones de conocimiento de estas
materias a muchos alumnos, que además suelen estar sometidos a presiones por
las presuntas salidas laborales que ofrecen los bachilleratos científicos.
Sumado a la Estrategia Universidad 2015, deja una educación
completamente postrada al interés empresarial, quitando cualquier tipo de
formación humanista del sistema educativo español. Viendo estos planes de
bachillerato, no sería raro suponer a extinción de filologías e historias de
aquí a unos años.
Hay que entender que la empresa es una forma de crear empleo
y generar riqueza en un país. Pero también hay que comprender que la empresa es
un negocio que, de forma legítima, responde a intereses particulares. Poner –como
prevé la Estrategia Universidad 2015- la investigación al servicio de la
empresa e implantar un sistema de financiación, como vemos en el esquema no
parece un sistema especialmente ventajoso para la investigación, pues
claramente la actividad económica nunca ha dado muestras de la paciencia que
necesita cualquier actividad investigadora, sin hablar de aquellas
investigaciones que no supongan una aportación económica directa e inmediata
pero si pueden tener un gran valor cultural y un enriquecimiento para el país a
largo plazo. ¿O que sería de España si Séneca, Averroes, Quintiliano, Ortega, Unamuno,
Dalí, Falla y una interminable lista de personalidades ilustres hubiesen
reducido la cultura a entretenimiento y se hubiesen dedicado a “tareas
productivas” como montar churrerías en China o financiar al Pocero?
Esquema de financiación de investigaciónEdu
Pero sigamos formando trabajadores, consumiendo y poniendo a
Steve Jobs como referente. Sigamos anteponiendo la producción a la ética: si la
telebasura produce, sigamos vendiéndola. Si las novelas rosas de vampiros
venden, sigamos vendiéndolas. Si perder en dignidad y esencia humana es
competitivo, compitamos.
PS: Un vídeo, a modo de reflexión , sobre el papel de la cultura en el individuo según Wert.
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